Me gustaría compartir con todos los lectores de Merca2.0 la tranquilidad que proporciona el conocer que el conflicto entre Irán e Israel que tenía en vilo al mundo entero ha concluido luego de doce días de sobresaltos e incertidumbre, mismo que amenazaba con escalar a niveles sin control afectándonos con severidad en todos los ámbitos. De entrada, con el alto al fuego, se salvan vidas, que es lo más importante de todo, pero también, se estabiliza el precio del barril de petróleo, las monedas retoman su normal nivel de flotación y el comercio fluye de manera natural.
¨La humanidad, decía John F. Kennedy, debe poner fin a la guerra, o la guerra pondrá fin a la humanidad¨.
Esperemos que no existan más episodios con amenaza nuclear en esta y en ninguna parte del mundo.
Pues bien, entremos en materia. La comunicación política de los actores en conflicto incluye los discursos de la victoria que cuando una guerra concluye, aparecen de inmediato. Analicemos:
Mohammad Bagher Ghalibaf, Presidente del parlamento Iraní quien describió el fin del conflicto como una victoria tomando en cuenta que ellos obligaron al enemigo agresor a detener su ofensiva así como las demandas de reducir el programa de enriquecimiento de Uranio y construcción de misiles, lo cual significa que¨ salvaguardamos los intereses de la heroica nación de Irán.¨
Por su parte, la visión del primer ministro Israelí, Benjamín Netanyahu, es diferente, pero no menos victoriosa, cuando dice que ¨su país, tuvo una resultado histórico debido a sus acciones militares que provocaron que el programa nuclear de Irán se tirara al caño.¨
Los líderes que emiten estos mensajes buscan construir legitimidad y cohesión nacional así como la generación de una identidad colectiva y sentido de pertenencia conectado esto con la búsqueda de contraponer el pasado conflictivo con un futuro esperanzador.
En este punto, el líder en guerra se posiciona como arquitecto de la victoria y asocia su figura a la estabilidad postbélica que es lo que ha hecho los últimos diez años Netanyahu como primer ministro de Israel que busca transformar el dolor de la guerra en energía política para consolidar su liderazgo. De no tener un conflicto que gestionar su poder en Israel hubiera concluido hace tiempo.
En la ruta hacia la legitimación del liderazgo, la narrativa se posiciona como vehículo de esperanza nacional y ambos líderes de Irán e Israel, buscan ser los portadores de una voluntad colectiva fortalecida.
El anterior ejercicio aplica también a Donald Trump que adelantándose a los jefes de estado mencionados, declara el final del conflicto en Oriente Próximo, lo bautiza como la guerra de los doce días, y anuncia la llegada de un mundo mejor deseando paz y bienestar para todos.
Tal anuncio tuvo sus momentos de debilidad, al desestimar los líderes en cuestión, al menos por unas horas, el llamado a la paz y continuaron enviándose misiles después de la declaración triunfalista del Presidente Americano.
Como suele suceder en el mundo de la comunicación, un tema importante pasa a segunda fila y es sustituido por otro de igual o de mayor calado, como fue el caso de la Cumbre de la OTAN que, celebrada en la Haya, la semana pasada, fue para Donald Trump, la plataforma para mostrarse como el estadista victorioso del conflicto que argumentó al respecto : ¨Fue muy severo. Fue una aniquilación, pero el resultado es una victoria para todos¨.
Trump, bajo el marco de la OTAN, en independencia de abrir una nueva red temática, con la petición de que los países miembros deberán elevar a un 5% de su PIB, el gasto para su defensa, logró proyectar un liderazgo global de los EUA , tomando el rol de pacificador en un momento de alto posicionamiento de China y Rusia.
¿ Qué nos queda de todo esto?… No olvidemos que la paz es el camino de la concordia.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.