La reciente imposición de aranceles por parte del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha generado inquietudes sobre una posible recesión económica global.
Según expertos en la materia, si bien estas medidas comerciales pueden tener un impacto directo en el crecimiento económico, no implican necesariamente la llegada de una recesión mundial ya que, a lo largo de la historia, la economía global ha enfrentado situaciones de riesgos similares y ha logrado recuperarse mediante la implantación de diversas estrategias.
La administración de Trump implementó aranceles significativos; el más destacado, sin duda, fue del 104% a las importaciones chinas (el cual siguen modificándose), lo que provocó una respuesta casi inmediata por parte de China, que impuso aranceles del 84% a productos estadounidenses. Estas medidas han afectado de manera negativa a los mercados bursátiles, lo que incrementó la volatilidad económica.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) emitieron diversas advertencias sobre las tensiones comerciales, señalando que podrían desacelerar el crecimiento económico mundial y aumentar la inflación.
Asimismo, el banco más grande de Estados Unidos advirtió que el riesgo de una recesión global aumentó del 40% al 60% tras el anuncio de los aranceles. A esto se sumó una caída generalizada en los mercados bursátiles, especialmente en Europa y Asia, con impactos menores en América.
Si bien es cierto que las tensiones comerciales han generado incertidumbre, algunos expertos consideran que es baja la probabilidad de que esta problemática derive en una recesión global. Desde su perspectiva, mencionan que es posible que la economía global tenga un crecimiento desacelerado, pero no al grado de una recesión debido a que, durante el paso de los años, la resiliencia ante desafíos similares y la capacidad de adaptación de los países (que han propuesto políticas económicas inteligentes), hacen poco probable un final tan abrupto. Para mitigar los impactos negativos, recomiendan incrementar las exportaciones libres de arancelescon el fin de evitar una mayor desaceleración económica. De no hacerlo, existe el riesgo de que el crecimiento sea negativo este año, y entonces sí se consideraría una recesión.
Otro punto de vista es el de JP Morgan Research, que a principios de abril elevó la probabilidad de una recesión en 2025 al 60%, una previsión que mantiene a pesar de la reciente evolución arancelaria.
Incluso con la reciente retirada de las draconianas medidas del Día de la Liberación, el arancel del 145% a China, junto con el impuesto universal del 10% a otros países, eleva el tipo arancelario promedio de Estados Unidos a alrededor del 30%. El aumento de impuestos ex ante (previo a la sustitución) asciende a casi un billón de dólares, o el 3% del PIB, lo que lo convierte en el mayor aumento de impuestos a los hogares y empresas estadounidenses desde la Segunda Guerra Mundial.
Si bien esto podría no pagarse debido a una reducción significativa del comercio, los efectos podrían verse agravados por represalias, una caída en la confianza empresarial y nuevas interrupciones en la cadena de suministro, “lo que queda es suficiente para llevar a Estados Unidos y China —y, por lo tanto, probablemente a la economía mundial— a una recesión este año”, afirmó el vocero de JP Morgan.
Si bien el posicionamiento actual de EE. UU. y la expansión global sugieren que la inminente recesión podría ser menos severa que las dos anteriores, las recesiones son inherentemente impredecibles. Otra preocupación importante es que las políticas comerciales restrictivas sostenidas y la reducción del flujo migratorio podrían imponer costos de suministro duraderos, lo que reducirá el crecimiento de EE. UU. a largo plazo.